Julian Rojas: El acordeonero que demostró su talento frente a Juancho Rios.
Las palmeras cuyos tallos rectos son coronados por penachos de hojas grandes se entrelazan como guardianes de la arena blanca del mar de San Andrés, en el cual se encuentran peces y corales de diversos colores, se mueven rítmicamente, formando ondas llamativas que oscilan en dirección al viento. Esos vaivenes naturales le dan la bienvenida al visitante que incitados por la concomitancia de la naturaleza, historias de piratas y música, aceptan regocijados esos retozos mágicos que le hacen convertir sus sueños en realidades.
Allí es frecuente escuchar día y noche la música sanandresana caracterizada por la creatividad y diversidad cultural propia de la mezcla de esclavos africanos y colonos europeos. Sorprende de pronto la interpretación de un calipso, reggae, el mentó o el socca etc., gracias a los músicos que merodean dando a conocer la musicalidad heredada de sus primeros pobladores y las fusiones con el Caribe que al aportar instrumentos, melodías y ritmos, gestaron el gran acervo folclórico que le han dado identidad musical a las islas.
En ese mundo de playa, brisa, mar, música y visitantes nacionales y extranjeros nació el 23 de julio de 1970 en el barrio San Luis, de San Andrés Isla, Julián Rojas Teherán cuyos padres José Gabriel Rojas, de origen antioqueño, y Ligia Teherán, tolimense, se trasladaron atraídos por la figura de Puerto Libre que Gustavo Rojas Pinilla en 1953 estableció para motivar la economía de la isla.
A los cinco años Julián, menor de nueve hermanos, tocaba el acordeón imitando a su hermano Jorge Rojas, acordeonero reconocido que hacía sus presentaciones en la Isla y el cayo Johnny Cay. Allí presentaba como novedad los domingos a su hermano menor, Juliancito, un niño rubio que a cambio de chocolatinas M&M y gaseosas, conglomeraba y deleitaba con su acordeón, al interpretar canciones vallenatas.
Poco influenció en la formación musical de Julián la música de la Isla, desde sus primeros años sintió una atracción infinita por la música vallenata al escuchar las notas que su hermano mayor Jorge extraía del acordeón. Pronto desarrolló la percepción auditiva a través de las melodías y las canciones que escuchaba, su inmenso interés hacía posible convertir esas vivencias en fuente de disfrute y agradable experiencia. A corta edad, Julián tomó distancia de la gran diversidad cultural del archipiélago escuchando los conjuntos vallenatos que allí se presentaban, esta preferencia lo llevó a imbuirse en la música procedente de la inmigración continental
La suerte cambió intempestivamente para Julián al trasladarse con su hermano Jorge a Bogotá, este buscaba acentuar todo lo concerniente al arreglo de los acordeones. Allí continuó sus estudios y amplió sus conocimientos sobre el instrumento con los diferentes acordeoneros que se presentaban en sitios públicos y en las frecuentes parrandas de los costeños donde cada participante al dar lo mejor, establecía una sana competencia musical.
Aprovechó también el contacto con los diversos acordeoneros que frecuentaban a su hermano con el fin de arreglar sus acordeones, ésta cercanía lo motivó muchísimo y lo llevó a convertir el acordeón en una obsesión
En 1985 cuando solo tenía 15 años grabó su primer LP al lado de Pablo Atuesta. Dos años después se presentó por primera vez en la categoría profesional en el Festival Cuna de Acordeones de Villanueva, Guajira, obteniendo un tercer puesto. En 1987 grabó un LP con el compositor Antonio Serrano Zúñiga. En 1988 obtuvo un tercer puesto, categoría Profesional en el Festival de la leyenda Vallenata de Valledupar. En éste año ingresó a la connotada agrupación El Binomio de Oro, acompañando a Rafael Orozco durante un año, mientras Israel Romero se recuperaba de una enfermedad.
En el año 1991, cuando solo tenía 20 años de edad se coronó Rey del Festival de la Leyenda Vallenata en la ciudad de Valledupar, derrotando al favorito, el reconocido acordeonero Juancho Rois, fórmula musical en ese tiempo de Diomedes Díaz. Juancho, amigo cercano de Julián, lo invitó al festival donde se presentaría al concurso en la categoría profesional.
En Valledupar, Juancho le pidió que se presentara también con el fin de darse a conocer. Julián se sorprendió con la propuesta y le contestó que le era imposible hacerlo. Su amigo, generoso como siempre, lo convenció, lo inscribió y puso a su disposición sus acordeones. Se inició el concurso con la participación de Juancho y Julián y un número de acordeoneros profesionales destacados. Ambos lograron clasificar y llegaron a la final, de acuerdo a las normas establecidas. Juancho realizó una buena presentación, al intervenir Julián, alucinó al público y jurados con la ejecución del acordeón cuando tocó el paseo ‘La estrella’, de Juan Muñoz, el merengue ‘El Mango’ de la plaza, de José Rondón, el son ‘Altos del Rosario’, de Alejandro Durán y la puya ‘La Fiesta de los Pájaros’, de Sergio Moya Molina.
Algunos de los jurados, integrados por el político bolivarense Rodrigo Barraza Salcedo, el periodista y abogado Armando Benedetti y los acordeonistas Emiliano Zuleta Díaz, Orangel Maestre y Beto Villa, al deliberar solicitaron tener en cuenta la trayectoria de los acordeoneros. Me contó Emilianito Zuleta que él rechazó de inmediato la petición y afirmó categóricamente: “Las presentaciones han sido muy buenas, pero la de Julián fue magistral, aquí no se califica quién es más conocido. Les doy un ejemplo: ¿si a mí me ponen a boxear con Mike Tyson y lo noqueo, quien es el ganador? Al tomar la decisión final los jurados eligieron a Julián Rey Vallenato. Juancho con actitud gallarda, propia de su estirpe, aceptó el segundo puesto.
Julián ha continuado realizando grabaciones con varios cantantes, se mantiene firme en su decisión, tiene siempre presente que sólo es posible avanzar cuando se mira lejos. Actualmente acompaña al Jilguero Jorge Oñate. Su interpretación contiene una creatividad innata, posee la capacidad y fluidez para ordenar y conducir las improvisaciones musicales. Escucharlo es estar frente a un hombre cuyos arreglos son productos de su inspiración. Es perfeccionista, creativo sin igual, propio del dominio total que tiene de los pitos y bajos.
Un año después de haber sido coronado Rey Vallenato fue jurado al lado de Juancho Gossain, Enrique Santos Calderon y Gabriel Garcia Marquez. Luego de culminar la labor encomendada, el Dr. Edgardo Maya Villazón y Consuelo Araujo los invitaron a una parranda en el sótano de la tarima Francisco el Hombre, donde Gabo contó detalles de la gran reunión de acordeoneros que organizó en 1966 con Rafael Escalona en Aracataca.