Rosendo Romero, el poeta del camino.
Entre el barrio El Cafetal en Villanueva y la Serranía del Perijá, un pequeño niño recorría los campos entre acordeones, vallenatos y guacharacas, un niño con el don de retratar su diario vivir en bellas melodías que posteriormente enriquecerian un gran género y fortalecerian el folclor colombiano.
Hablamos del gran Rosendo Romero nacido un 14 de junio de 1953, en el hogar conformado por Ana Antonia Ospino (La Nuñe) y Escolástico Romero Villarreal. El campo y las actividades agrícolas fueron testigos del gran talento de Romero, quien, durante su infancia y adolescencia realizaba tareas rurales para poyar a su familia.
Fue en su andar por los caminos reales y senderos de la sierra, donde se forjó la inspiración de gran parte de su poemario lírico romántico. Puede afirmarse, parafraseando al poeta Antonio Machado, que Rosendo Romero Ospino ha hecho poesía al andar. Esto se desprende del extracto de la reflexión introspectiva hecha por el poeta Romero en el año 1981, con la que se inicia este artículo, en la que textualmente afirma:
”escogí los caminos de la sierra para cantar todo lo que se me ocurría”
Seguidamente hace referencia a lugares y elementos del paisaje que encontraba a su paso, con los que establecía una relación empática de la que surgía su inspiración, asociada a sentimientos amorosos motivados por la mujer de su tierra y por su gente, imbricados con el paisaje, el firmamento, los cuerpos celestes y el movimiento cósmico, en una tríada mujer, el amor, los paisajes y el cosmos que define la esencia romántica de su lírica poética.
Su salto al estrellato se dio en 1976, luego que Oñate le pusiera su voz a Noche sin luceros, tema que había llamado Sufrimiento. El título inicial se debió al momento que vivía en esos tiempos en Cartagena y que resumía en esa sola palabra.
Tras regresar a su terruño, ‘Chendo’, como lo llaman de cariño, soñaba con que el Jilguero de América se la grabara, y por eso se la mostró a Esteban ‘Chiche’ Ovalle, un paisano suyo que era corista del cantante cesarense.
“La grabó de inmediato, convirtiéndose en el éxito del LP Campesino parrandero (1976). Diomedes Díaz le hizo una versión y Carlos Vives la internacionalizó”.
De su mente han brotado éxitos indiscutidos como «Noche sin luceros», interpretado por Jorge Oñate, «Fantasía», que popularizó Diomedes Díaz, o «Villanuevera» del Binomio de Oro. Tras el éxito indiscutido de Noche sin luceros y posteriormente de Cadenas, otro tema que le grabó Oñate, Rosendo se convirtió en el compositor estrella de Villanueva. Todos querían tenerlo en sus parrandas y como él mismo admite, “la fama” se le subió a la cabeza, pero una serie de reflexiones lo hicieron enderezar el camino y encontró un éxito en el que plasmaría todo su sentimiento.
Pese a que el argentino Leonardo Favio le grabó La Zenaida, Romero perdió la oportunidad de verlo en vivo. “Se presentó en Barranquilla a finales de los ochentas y yo le quería dar las gracias por haberme grabado esa canción, pero no tenía dinero para pagar la entrada”.
Rosendo le rogó a los vigilantes que le permitieran el ingreso, ya que él era el autor de ese tema, pero no le creyeron y le tocó con enorme frustración escuchar desde la puerta las palabras de agradecimiento del gaucho. “Él dijo que esa canción era de un colombiano y que era un tema que quería mucho, luego hizo una declamación muy bonita. Me sentí tan triste porque hasta me tocó regresarme a la casa a pie”, rememoró con gran pesar el artista guajiro que residió en el barrio Los Alpes de Barranquilla.
Todos los elementos anteriores nos permiten denominar a Rosendo Romero Ospino como El poeta del camino. Denominación que no riñe con el tradicional apelativo de El poeta de Villanueva, en atención a que este último es la manifestación del cariño y aprecio de los villanueveros por su poeta y el primero se asocia más con la naturaleza de su poética.